Aunque el Producto Interior Bruto (PIB) aumentará hasta el 2 ó 2,5 por ciento este 2015, la productividad este año decepciona a los expertos, que consideran que el futuro pasará necesariamente por la educación e innovación. El PIB en 2014 en la región se situó en el rango del 1 al 1,5 por ciento y, aunque en 2015 podría llegar hasta el 2,5 por ciento, sigue siendo insuficiente, según revela el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), y el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), titulado ‘Perspectivas económicas de América Latina 2015′.
La región continúa la senda de desaceleración económica iniciada en 2010: El crecimiento promedio “ha perdido dinamismo en comparación al crecimiento promedio de los países de la OCDE”. Esto se debe a factores internos y externos, como “unos menores precios de las materias primas explicados principalmente por la desaceleración económica en China”, “un encarecimiento del financiamiento externo” y “unas perspectivas de entradas de capital más limitadas”. Si bien existen diferencias notables en la situación de los países de América Latina, el escenario actual “subraya la necesidad de impulsar la productividad y el crecimiento potencial en todos los países de la región”. Solo así “se asegurará la consolidación de los notables avances en la lucha contra la pobreza y la desigualdad” de la última década.
La superación de la trampa del ingreso medio, fenómeno característico de América Latina, “exige favorecer la inserción laboral de sus ciudadanos”. El avance de la productividad “sigue siendo decepcionante”, tanto con respecto a las economías desarrolladas como frente a otras economías emergentes. Además, “los niveles de informalidad siguen siendo excesivos”, afectando también a la nueva clase media. América Latina también es la región del mundo en donde las empresas declaran tener la mayor dificultad para encontrar empleados con las competencias necesarias para desarrollar su actividad. En este sentido, es urgente mejorar el vínculo entre el sistema educativo y el productivo, por eso “el foco de esta edición está puesto en la educación, las competencias y la innovación, como insumos clave para un mayor crecimiento inclusivo en la región”.
LA EDUCACIÓN, CLAVE PARA EL FUTURO
El número de años de escolaridad en América Latina sigue siendo inferior a los de las economías desarrolladas, brecha que aumenta si se tiene en cuenta su menor calidad y desempeño. La situación de los ciudadanos de origen socio-económico más modesto, las mujeres y la población rural plantea desafíos aún mayores. Los esfuerzos en educación “deben ir acompañados por una apuesta decidida por la innovación”. Solamente en un entorno favorable a la innovación se puede asegurar que una mejor educación y unas competencias laborales más adecuadas contribuyan a fortalecer la competitividad de la región. La inversión en capital humano no solo es un factor explicativo del crecimiento económico en el largo plazo, sino que forma parte de toda estrategia de crecimiento inclusivo. Para ello, es necesario “avanzar en el campo de la igualdad de oportunidades y la movilidad social”, limitando el elevado efecto que tiene el origen socio-económico y la informalidad laboral sobre la posibilidad de acceso a educación de los ciudadanos.
En el corto plazo, es “ineludible” invertir en “la mejora de los programas de educación y formación técnica y profesional”. Es fundamental facilitar el acceso al mercado laboral al finalizar el periodo formativo y permitir a los trabajadores que actualicen sus competencias, para “adaptarse a un mercado laboral cambiante”. En este sentido, la participación y coordinación con el sector privado es muy importante, “tanto para orientar sobre las demandas presentes y futuras de las empresas, como para proveer directamente formación en el lugar de trabajo”. La colaboración para lograr la educación del futuro será clave en la lucha por la productividad.
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