Por Néstor Restivo
La economía de Brasil está colapsada como nunca, quizá, desde la crisis de 1930.Pero la crisis política es también de tal hondura que, paradójicamente, nadie tiene tiempo para debatir, a escasas semanas de sus elecciones generales, cómo hará la mayor economía latinoamericana para salir de su pantano.
Es que todos los actores están envueltos en el lodazal institucional provocado por el golpe parlamentario que derrocó, hace dos años, a la presidenta Dilma Rousseff y que luego continuó con el encarcelamiento, por una causa judicial más que polémica, del candidato presidencial y ex mandatario Lula Da Silva, quien si no hubiera sido proscripto y obligado a ceder su lugar a otro compañero candidato, Fernando Haddad, habría de ganar las elecciones del 7 de octubre según coincidían todas las encuestas.
Músculos
Hasta 2013, el PIB de Brasil mostraba sus músculos en desarrollo, al cabo de varios años de gobierno del Partido de los Trabajadores, la única experiencia histórica de izquierda en un país mayormente conservador. Pero luego comenzó la debacle.
En parte producida, al inicio del ciclo recesivo, por el propio gobierno de Dilma, que giró hacia un programa más ortodoxo. En 2015 y 2016, la economía se contrajo 3,8 y 3,6 por ciento, respectivamente, y el año pasado apenas si se “recuperó” 1,0 por ciento.
Este 2018, los analistas la ven “creciendo” entre 0 y 1 por ciento, más cerca del primer número según el economista Eduardo Crespo, argentino y profesor en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Por ejemplo, en mayo pasado se registró la mayor caída en 15 años: 3,34 por ciento interanual.
Los especialistas Danilo Sartorello Spinola, de la United Nations University, y Javier Lifschitz, de la Universidad Federal del Estado de Rio, coincidieron sobre la gravedad de la situación.
Brasil tiene una coyuntura muy distinta a la Argentina. No tiene gran problema con su sector externo. Luce un superávit comercial robusto (64 mil millones de dólares en 2017 y casi 30 mil millones en el primer semestre de este año) y el resultado en cuenta corriente de su balanza de pagos también es positivo (en el primer semestre de 2018, de 3 a 6 mil millones de dólares, o sea 0,4 por ciento del PIB, mejor que el año pasado), ambos datos según el último informe de la Cepal. http://www.15yultimo.com/2018/10/06/presidenciales-en-brasil-incertidumbre-y-una-economia-colapsada/
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