jueves, 3 de agosto de 2017

¿Quién es quién en una sociedad de clases


A través del manejo del conocimiento en compartimientos estancos, se van inculcando desde niños ideas absurdas como por ejemplo que los seres humanos no somos iguales, o que unos ciertas personas son superiores, mejores que los demás, porque tienen dinero
Nosotros, los mal llamados sapiens somos quienes somos fundamentalmente por dos razones, la primera es que en nuestra carga genética todavía tenemos hasta 4 por ciento del ADN que nos legaron nuestros primos los neandertales hace 40 mil años y la segunda es que nuestro proceso formativo ha estado marcado y muchas veces intervenido desde el nacimiento por conceptos, ideas, y valores. Tanto en la familia como en la escuela, se ha impuesto la sectorización del conocimiento, la separación de las ideas y los sentimientos en los procesos formativos, interfiriendo de esta forma en nuestro desarrollo cognoscitivo

A través de este manejo del conocimiento en compartimientos estancos, se van inculcando desde niños ideas absurdas como por ejemplo que los seres humanos no somos iguales, o que unos ciertas personas son superiores, mejores que los demás, porque tienen dinero. O que unas personas que son inferiores, nacieron para trabajar para que otras vivan bien. Desigualdad, explotación, dominación, falta de solidaridad son ideas que se van inculcando a través de un proceso formativo individualizador y compartamentalizado.

Una de esas ideas, absurdas a mi manera de ver, es la necesidad de la sociedad actual de ubicar a sus integrantes en una determinada clase social, con límites y funciones definidas que tienden a crear una sensación de pertenencia que se conquista.

La noción general, sin el sesgo marxista de clases, es sencilla. Una estratificación social que obviamente no es una línea que separa los grupos que supuestamente comparten características comunes. Las características de agrupación pueden ser económicas: clase A, B, C, D y otras más, o sociales: educación, cultura, o ambas características. La burguesía asentada por Napoleón I en el proceso contrarrevolucionario que siguió a la Revolución Francesa del siglo XIX sustentaban ambas características.

En Venezuela, los grupos dominantes del siglo XX fundamentan su condición de tal básicamente es sus finanzas y difícilmente pueden ser llamados burgueses. Los millonarios venezolanos, en su mayoría, han construido sus fortunas a costa de las carencias de la mayoría y gracias a la teta del Estado. Y nos encontramos entonces con los millonarios de Gómez, los millonarios de Pérez Jiménez y la IV República, a quienes no se les puede atribuir ninguna característica grupal que no sea la de haber contado con el favor económico del gobernante de turno.

Hasta inicios de la V República la llamada pirámide de estratificación social tenía una gran base donde se ubicaban las clases populares de acuerdo a su nivel de pobreza: crítica o extrema y así hacia arriba empleados, obreros, campesinos, pequeños empresarios llamados pequeña burguesía, grandes y medios empresarios productores de bienes y servicios, hasta llegar a la punta del triángulo: Los Amos del Valle. Y mas allá, fuera del triángulo, los verdaderos amos, las corporaciones multinacionales y los capitales transnacionales.

A partir de la V República, gústele a quien le guste, la pirámide comenzó a cambiar. Su base se fue reduciendo, haciéndose cada vez menor al tiempo que comenzaron a cambiar las relaciones entre grupos en favor de procesos de captación de una clase a otras. Y la discusión política, promovida por el comandante Chávez se fue apoderando del espectro social.

Y si bien hoy día en la práctica se mantiene la estratificación social, son categorías que merecen una buena revisión y reubicación en la llamada pirámide social. Tenemos una agrupación económica, en el vértice de la pirámide está la llamada clase dominante, la supuesta burguesía, que es la que controla los grandes capitales nacionales y representa los capitales foráneos. Y en el resto de la pirámide está la clase dominada que hoy por hoy resulta un poco difícil de estratificar.

Y es que como mencionamos anteriormente, la discusión política y el desarrollo social de los últimos 19 años, han introducido una gran diferencia. En la Venezuela de hoy es difícil reconocer que existe una agrupación económica que domine el acontecer social de participación e inclusión. Esta nueva sociedad que hemos venido construyendo, se agrupa y se dinamiza a través del motor político o mejor dicho, el ético/político, que ha venido dando paso a una novedosa conciencia de clases entre los venezolanos, quienes cada vez con mayor conciencia y menos sobresaltos nos hemos ido agrupando donde pertenecemos y con quien nos identificamos

Por citar un ejemplo, después del conflicto en PDVSA (petrolera estatal venezolana) pudimos identificar la importancia de la manipulación de la nómina mayor para captar a la menor y hacerlos identificarse con ellos. Y sucedió que desde los porteros, pasando por las secretarias, ejecutivos y profesionales, jefes, jefitos y jefotes, se identificaron con los promotores del paro, se sintieron uno con los grandes jefes que alguna vez vieron de lejos en algún pasillo, y que desde el vértice de la estatal petrolera le ordenaron paralizar las actividades. El final lo conocemos todos. Los promotores del paro, los que recibían ordenes directas del capital extranjero, tenían su salida prevista y asegurada en caso de que fracasaran y así fue. Pero no importa, ellos cumplieron su tarea y hoy viven en el exterior, llenos de lujo, disfrutando de altos cargos muy bien remunerados.

¿Y qué pasó con el resto? ¿Dónde están los ingenieros, los jefitos, las secretarias, los choferes…? La mayoría se tuvo que quedar en Venezuela, sin trabajo, sin liquidación, con las manos vacías. Los que pudieron se fueron a comenzar limpiando pisos en Canadá, USA, o cualquier otro país de Europa, sin asignación para vivienda, o liquidación de fideicomiso, y muchos sin ni siquiera poder ejercer su profesión. Pero toda esa casta petrolera que participó en el golpe, tanto los que se fueron como los que se quedaron, frustrados y llenos de odio, son lo que en este tipo de confrontación se definen como “prescindibles” o más coloquialmente forman parte de los llamados “daños colaterales”.

Lo cierto es que mientras los venezolanos de a pie nos seguimos reagrupando en torno a valores y principios, la otrora clase dominante criolla sigue luchando a plomo y fuego a favor de sus intereses y los de los grandes capitales transnacionales. En esta lucha necesitan carne de cañón y necesitan complicidad, y salen a comprarla. No solo con dinero, sino con mecanismos muy bien diseñados para venderle la idea a quien se la quiera comprar que, como decían antes, “con los adecos se vive mejor” .

Y se encuentran a cientos a miles y miles de venezolanos desclasados, que creen que de verdad, al final de esta lucha contrarrevolucionaria, cuando aplasten al comunismo, ellos se van a poder mudar edificio del Los Verdespara Terrazas del Ávila, o porque no para Altamira o el mismísimo Valle Arriba y de pronto que puede impedir hasta hacerse amiga de María Corina y salir a viajar juntos.

Mientras hay otros miles, millones y millones de venezolanos que claro que si queremos un cambio en su estatus, queremos mejorar el mundo material, mejorar el ingreso, mejorar el acceso a bienes y servicios públicos y de infraestructura, queremos mayor seguridad pública y jurídica, en fin queremos y luchamos por las mismas cosas que quieren todas esas personas llenas de odio, que se han identificado históricamente como clase dominada y que están dejando de serlo.

¿Quién es o mejor dicho, que quiere socialmente? ¿Se identifica con sus vecinos? ¿Tiene sentido de pertenencia? ¿Está dispuesto a marchar al frente de los terroristas por recuperar su libertad? ¿Se siente usted preso en su casa? ¿Cree que no puede salir por culpa de Maduro? ¿Hace meses que no come? ¿Se hizo una lipo recientemente? ¿Trabaja usted para una multinacional? ¿Es banquero? ¿Es dueño de una multinacional? ¿Es amo del Valle? ¿Es propietario de grandes o medianas empresas productoras de bienes y servicios? ¿Es empleado u obrero del sector privado? ¿Es empleado y obrero del sector público? ¿Trabaja en la economía informal o es desempleado?

¿Sabe a qué clase pertenece? Porque si usted no es dueño, ni amo, ni directivo de una transnacional, lamentablemente le informo que no es burgués, ni siquiera pequeño, es como todos nosotros doliente de esta guerra sin sentido en contra de sus intereses como ciudadano que quiere un mundo material mejor de Igualdad, Libertad, Respeto y Justicia Social.

José Miguel Menéndez
Dr. en Ciencias, mención Arquitectura
Docente jubilado de la UCV

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