Después de una crisis devastadora y dos
años de crecimiento raquítico, Brasil no termina de levantar el vuelo y
afronta una serie de desafíos que ponen en riesgo un crecimiento robusto
de su economía para 2020.
La mayor
economía de Suramérica navega por terreno pantanoso y este año tanto el
Gobierno de Jair Bolsonaro, como los analistas financieros y el Fondo
Monetario Internacional (FMI) prevén una expansión del Producto Interno
Bruto (PIB) por debajo del 1 %.
Para 2020 proyectan una mejora de alrededor del 2 %, pero existen varios factores que podrían rebajar ese porcentaje.
Cómo
evitar que la guerra comercial entre Estados Unidos, China y la Unión
Europea (UE) impacte en el crecimiento de Brasil es uno de los grandes
desafíos en el escenario externo.
El
FMI ha advertido que si continúa la escalada de tensión, que se extiende
por más de un año, y el intercambio de millonarios aranceles, el
crecimiento del 90 % de los países, incluido Brasil, será perjudicado.
Además,
Bolsonaro intenta desde su llegada al poder un acercamiento a su
homólogo estadounidense, Donald Trump, pero al mismo tiempo está
obligado a mantener la proximidad con China, actualmente su mayor socio
comercial, por delante justamente de Estados Unidos.
Esa
nueva alianza entre Bolsonaro y Trump podría agrietarse si Brasil
permite a la firma china Huawei participar en la subasta de frecuencias
para el 5G, prevista para el año próximo, según Oliver Stuenkel,
profesor de relaciones internacionales del centro estudios Fundación
Getulio Vargas (FGV).
En su opinión,
esa decisión dificultaría el cierre de un acuerdo comercial entre Brasil
y Estados Unidos, que incluso podría dejar de apoyar su ingreso en la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Por
otro lado, la victoria en Argentina del candidato peronista Alberto
Fernández en las elecciones presidenciales del próximo día 27 puede
sumir al Mercosur en un mar de dudas.
El
ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, ya amenazó con salir del
bloque, si Fernández, en caso de que alcance la Presidencia, se opone al
libre comercio y cierra su economía.
El candidato peronista, sin embargo, aseguró que «Mercosur es un lugar central» y que «no va a cerrar la economía».
Pero
las profundas diferencias ideológicas que se avistan entre los miembros
más importantes del bloque, que completan Paraguay y Uruguay, son un
factor de riesgo para el proyecto de integración económica y su
inserción en el mundo.
Todo ello con el reto por delante de ratificar el acuerdo alcanzado con la Unión Europea.
«Brasil
dice ahora que quiere recuperar el tiempo perdido y firmar acuerdos con
actores relevantes», pero «está llegando tarde a la fiesta», pues la
tendencia es otra debido la «crisis en el sistema multilateral», opina
Rabih Nasser, doctor en derecho internacional por la Universidad de Sao
Paulo (USP).
En la esfera nacional,
las profundas reformas estructurales prometidas por Bolsonaro para
enderezar el crecimiento y revertir el abultado déficit fiscal nominal,
que se ubica en el 6,32 % del PIB, caminan más despacio de lo esperado.
Aunque
la reforma del sistema de pensiones ya se encuentra en la recta final
de su trámite en el Congreso, otras importantes propuestas, como la
reforma tributaria, todavía están en el aire.
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